Padre rico.
Un hombre de origen humilde aprovechó cuantas oportunidades le brindó la vida y cuando no se las brindaba se las robaba; así a base de esfuerzo, trabajo y fortuna ( la fortuna ayuda a los audaces-decían los romanos-) fue amasando una fortuna sin necesidad de ocultar al fisco sus ganancias ni de recurrir a las reformas laborales para conseguir mano de obra barata. En la edad madura ( por no decir en la vejez) él, que toda la vida había conducido, tuvo que contratar un chofer, dado que las normas de tráfico le impedían conducir. Del chofer se aprovechaban también su mujer y sus hijos.
Se acostumbró el conductor a recibir propinas de todos ellos y un día, cansado de las míseras propinas que le dejaba el empresario, le dijo que ya podría ser un poco más generoso, porque hasta su hijo dejaba mejores propinas; a lo que respondió: -claro, él tiene un padre rico y yo no.