Viejos amigos.
Hace unos días, por diversas razones no caprichosas que no merece la pena contar, debí ir a comer a “Casa Rafa” y, contingencias de la vida, allí me llevé una gratísima sorpresa, al encontrarme con viejos amigos, a los que no veía hacía mucho tiempo, pero están como si hubiera sido ayer cuando les ví por última vez.
Loles, taxista en Cármenes y regente del bar del Cruce hasta la jubilación, duda de que podamos nosotros cobrar la jubilación cuando lleguemos a la edad que tiene él ahora.
Paulino, pastor arrendatario del puerto de Sancenas mientras quiso y pudo, recuerda las mil aventuras y desventuras, no tanto con las ovejas y los lobos, como los humanos con los que debió tratar.
Vitalino, figura ilustre de Genicera, ha ocupado cuantos cargos de responsabilidad pueden tenerse por civiles en una pedanía y en una feligresía, sin que nadie haya tenido motivos para dudar de su honradez.
Pepin, también jubilado, dueño del corte inglés de Cármenes, muchos de los comerciales que demanda hoy el mercado laboral deberían aprender alguna de las habilidades que tuvo en su negocio; fue también alcalde de Cármenes en las primeras legislaturas democráticas, hasta que se cansó de la política.
Carmina cambió, con buen criterio, León por Almuzara y acompaña a su tío Vitalino y a Loles a la ciudad donde, además de los chequeos médicos, chequean la amistad con Rafa, Pepín, Paulino y en esta ocasión, también con el cazurro ilustrado.