el cazurro ilustrado

03 diciembre 2011

Día de la (dis)capacidad


Hoy se celebra, como cada tres de Diciembre, el día internacional de la discapacidad.
Una vez aprobada la Convención Internacional para los Derechos de las Personas Discapacitadas por La ONU, los países que la ratificaron ( fueron casi todos) se obligaron a promover, proteger y garantizar el disfrute pleno y por igual de todos los derechos humanos por las personas con discapacidad.  Áreas fundamentales  como la accesibilidad, la movilidad personal, la salud, la educación, el empleo, la habilitación y rehabilitación, la participación en la vida política, la igualdad y la no discriminación necesitan una vuelta de tuerca legislativa  y de voluntad.  Al margen de los necesarios cambios legislativos, será imprescindible una modificación de las prácticas sociales y esto sólo será posible haciendo un análisis de las contingencias que las mantienen.
Mientras una mayoría de gente siga sintiendo pena por los discapacitados; mientras el "etiquetado" social de las personas con discapacidad los considere como individuos con un "estatus especial negativo"; mientras los discapacitados sientan que las mayores barreras no son los edificios inaccesibles, ni sus propias restricciones sino el tratamiento diferente que les otorgan las personas “no discapacitadas”; mientras muchos educadores y padres se refugien en las etiquetas como la causa de la discapacidad; mientras los niños discapacitados intelectuales estén horas y horas en clase “pintando el pollo de amarillo”, por la falta de capacitación pedagógica del profesorado; mientras se hable de “ Educación especial”; mientras la sexualidad del discapacitado sea un tema tabú; mientras los padres sufran la angustia de pensar “que será de mi hijo cuando yo falte”; mientras siga habiendo otros miles de mientras, aunque las leyes sean claras y precisas con los derechos de los discapacitados, seguirá habiendo discriminación, marginación y exclusión.
Decía Lévi-Straus que “salvaje es quien llama a otro salvaje”, apliquemos este silogismo al tema que nos ocupa y convirtámoslo en una regla de conducta, pero si no es suficiente, recordemos las palabras de W. Shakespeare:“hereje no es el que arde en la hoguera, sino el que la enciende.” Si de verdad no entendemos
la diversidad de los humanos y si no comprendemos que el sentido global dela vida personal sólo puede alcanzarse propiamente en el contexto de las otraspersonas, capaces no sólo de determinar, sino también de interpretar el sentido dela vida de los otros entonces, encenderemos la hoguera para que arda cada grupo
diferente al nuestro, ya sean los discapacitados, las mujeres, los negros,los ancianos, los bajos, los gordos…