el cazurro ilustrado

27 enero 2012

Aristócratas sin saberlo.


Cuando la reina Isabel de Inglaterra  tiene  una contrariedad  va al campo a arrancar “Galium”, un tipo de mala hierba,  según dice  la periodista Sally Bedell Smith en "Elizabeth the Queen" (Isabel, la Reina). Comportamientos  similares a éste y, quizás,  mucho más majestuosos (aunque no corra sangre azul por  nuestras venas)  los mostramos en los pueblos de la montaña. Son de más  alta alcurnia, nobleza, distinción y señorío, porque  no necesitamos disgustos ni contratiempos para ponernos a arrancar  malas hierbas y, además, no solo erradicamos un tipo  de mala hierba, sino que cualquiera de las que molestan o dificultan  nuestros huertos  o sembrados son aniquiladas con más elegancia y desenfado  que  las de su majestad la Reina Isabel. Así, cenizos, cardos borriqueros, mastuerzos, ortigas, o enredaderas se desraízan con la misma gallardía con la  que los verdugos  al servicio de la corona decapitaban  a sus enemigos.
Ya  intuíamos nuestra soberanía al tomar gins tonics de Beefeater y al pertenecer en tiempos a la Real Encartación del  Curueño  y al  haber convivido nuestros antepasados  con la “Dama de Arintero” y al tomar té  (de peña) cuando nos duele la barriga y al ir la  feria del Cristo con un sombrero de paño, por poner algunos ejemplos,  pero  ahora resulta que,  como le ocurría al célebre personaje de Moliere, que hablaba en prosa sin saberlo, nosotros somos aristócratas  cuando arrancamos cenizos ( también sin saberlo e importándonos un bledo).