el cazurro ilustrado

31 diciembre 2011

Próspero 2012.


Llamamos año nuevo al año que sigue al que pasa.  Es costumbre en todos los pueblos, desde la más  remota antigüedad, alegrarse el primer día de cada año. Se perdonan recíprocamente las ofensas  y se hacen  visitas y regalos; además,  se espera obtener de los cielos  un año próspero y fecundo a través de los más variados rituales. Se comienza el año  con  la alegría, el baile  y otras diversiones para desquitarse, probablemente,  de los disgustos y trabajos que nos están  reservados al año que comienza. Cada cual espera que en el nuevo año se colmen  su deseos: los abogados nuevos pleitos, algunos políticos  nuevas usuras, los jóvenes nuevas conquistas, los empleados nuevos  ascensos , las folclóricas  nuevos escándalos y los parados nuevos empleos; pero lo que también habrá  serán nuevas desgracias,  nuevos disgustos,  nuevos desastres, nuevos impuestos y nuevos recortes. Como es tiempo de regocijo, fraternidad, generosidad y buenos deseos, os propongo que, conmigo, digáis a nuestro recién estrenado  gobierno: «amigos, tened por regalado cuanto me vais a  quitar a lo largo de  todo el año en tasas, impuestos , aranceles, contribuciones y congelaciones.»