el cazurro ilustrado

02 agosto 2008

Preparando la era y la trilla.

En marzo sembré una tierra de cebada y en mayo otra de garbanzos, haciendo caso al dicho de mi abuelo Artemio (que en paz descansa) el cual decía que “el que tenga hacienda que la atienda y si no, que la venda”. Entre diversos avatares ambientales: las lluvias, las pisadas y pacidas de animales “balduendos” y un cuidadoso escave para quitar los cardos borriqueros y los cenizos, fueron creciendo y está ahora la mies casi dispuesta para la siega y los garbanzos ya próximos a arrancarse. Ante la presencia de algunas espigas y pies verdes me recordaba Isaías, mi suegro, que “sembrar ralo y segar verde al agricultor no le pierde”.
Dejaré que maduren unos días más, mientras recorro tierras aragonesas, alcarreñas y pirenaicas, y la vuelta trillaré la cosecha por el método casi tradicional. Digo “casi” porque la adversa fortuna ha decidido dejarme sin la pareja de vacas que antes uncía para estos menesteres; una de ellas, no se sabe si por excesivo vicio o por cambios hormonales o por ambas cosas, no solo no quedaba preñada, sino que además comenzó a mostrar comportamientos de toro bravío y no tuve mas remedio que venderla. Así que, como “por una yegua coja no se va a parar la trilla”, sustituiré la tracción vacuna por la segadora, a la que engancharé el trillo para separar la paja del grano.
Ayer realicé un ensayo general que sirvió también para preparar la era. Todo transcurrió según lo previsto y está la era como una patena dispuesta a recibir las gavillas y a soportar las vueltas y más vueltas del trillo sobre ellas.
Así pues, es altamente probable que sobre el diez de agosto, San Lorenzo esté en la parrilla y este labrador en la trilla.

Etiquetas: