Infamia e indiferencia.
Decían los griegos que Dracón había escrito las leyes con sangre, no con tinta; cuando le preguntaron por qué había impuesto la pena de muerte para casi todas las faltas, fuesen leves o graves, respondió que creía que el castigar con la pena de muerte las faltas leves era digno y que no había encontrado pena mayor para las faltas graves. Llegó después Solón y abolió la mayoría de estas leyes pero dictó otras que no dejan de ser curiosas, sobretodo vistas desde nuestra sociedad, que tal vez se beneficiase de alguna como ésta:
Dispuso que fuese infamado el que en una sedición o contienda no tomase partido por alguna de las posturas enfrentadas. Intentaba Solón que nadie fuese indiferente en las cuestiones públicas y que nadie se refugiase en la indiferencia para su propio beneficio, sino que se mojara, comprometiera, auxiliara y corriera los riesgos pertinentes a lado de los que creyera que defendían mejor sus intereses, en lugar es esperar tranquilamente a ver quienes eran los ganadores para tomar entonces partido por ellos. Una ley más que conveniente en estos tiempos de individualismo y pasotismo posmoderno.
Dispuso que fuese infamado el que en una sedición o contienda no tomase partido por alguna de las posturas enfrentadas. Intentaba Solón que nadie fuese indiferente en las cuestiones públicas y que nadie se refugiase en la indiferencia para su propio beneficio, sino que se mojara, comprometiera, auxiliara y corriera los riesgos pertinentes a lado de los que creyera que defendían mejor sus intereses, en lugar es esperar tranquilamente a ver quienes eran los ganadores para tomar entonces partido por ellos. Una ley más que conveniente en estos tiempos de individualismo y pasotismo posmoderno.