Aprendizaje animal.
Esperé en vano a que alguna de mis gallinas saliera clueca. Quería observar todo el proceso, desde que la gallina comienza a guarar, pasando por el nacimiento de los pollos, hasta que éstos se independizan de la madre.
A falta de gallinas cluecas propias, mi vecina Felisa me prestó una de las suyas. El día 21 de junio puse seis huevos en el nidal y después de unos pocos movimientos exploratorios, la gallina se colocó sobre ellos. Durante el periodo de incubación, en un entorno tranquilo y bien ventilado, tuvo a su alcance alimento y agua en abundancia.
El día 11 de julio los huevos eclosionaron y vieron luz del día seis hermosos polluelos que en un primer momento sólo de vez en cuando asomaban su cabeza por entre las alas de su madre.
Observé que el comportamiento de la madre inducía el mismo comportamiento en los polluelos; después me di cuenta que el comportamiento de la madre guiaba la atención de los pollos a un lugar u objeto concreto; finamente noté que los pollos repetían un patrón de comportamiento igual al que habían visto ejecutar a su madre.
Todo lo que saben ahora es resultado de que la conducta de la madre atrajo la atención de sus hijos a un lugar u objeto particular o bien porque mostraron respuestas iguales al observar una relación positiva entre las respuestas de su madre y la inmediata consecución de un refuerzo.
Así pues, el aprendizaje asociativo, la imitación y el reforzamiento definen el proceso de socialización, autonomía e independencia de los pollos.
Este periodo duró hasta el 26 de agosto; ese día, su madre puso un huevo y después se acercó a la puerta cerrada del corral, insistiendo machaconamente en que quería irse. Abrí y se fue corriendo hacia la casa de mi vecina que es la suya.
Durante dos meses había tomado prestados seis huevos, los convirtió en pollos, los crió, cuidó y educó y cuando ya no tenía nada más que enseñarles, dejó que cada uno hiciera su vida sin ocuparse ya de otra cosa que no sea comer, beber, dormir, copular y poner huevos hasta que retorne de nuevo la cloquez.
A falta de gallinas cluecas propias, mi vecina Felisa me prestó una de las suyas. El día 21 de junio puse seis huevos en el nidal y después de unos pocos movimientos exploratorios, la gallina se colocó sobre ellos. Durante el periodo de incubación, en un entorno tranquilo y bien ventilado, tuvo a su alcance alimento y agua en abundancia.
El día 11 de julio los huevos eclosionaron y vieron luz del día seis hermosos polluelos que en un primer momento sólo de vez en cuando asomaban su cabeza por entre las alas de su madre.
Observé que el comportamiento de la madre inducía el mismo comportamiento en los polluelos; después me di cuenta que el comportamiento de la madre guiaba la atención de los pollos a un lugar u objeto concreto; finamente noté que los pollos repetían un patrón de comportamiento igual al que habían visto ejecutar a su madre.
Todo lo que saben ahora es resultado de que la conducta de la madre atrajo la atención de sus hijos a un lugar u objeto particular o bien porque mostraron respuestas iguales al observar una relación positiva entre las respuestas de su madre y la inmediata consecución de un refuerzo.
Así pues, el aprendizaje asociativo, la imitación y el reforzamiento definen el proceso de socialización, autonomía e independencia de los pollos.
Este periodo duró hasta el 26 de agosto; ese día, su madre puso un huevo y después se acercó a la puerta cerrada del corral, insistiendo machaconamente en que quería irse. Abrí y se fue corriendo hacia la casa de mi vecina que es la suya.
Durante dos meses había tomado prestados seis huevos, los convirtió en pollos, los crió, cuidó y educó y cuando ya no tenía nada más que enseñarles, dejó que cada uno hiciera su vida sin ocuparse ya de otra cosa que no sea comer, beber, dormir, copular y poner huevos hasta que retorne de nuevo la cloquez.