Los gatos.
El gato es llamado por los latinos “Catus”, como si dijésemos cautus, que quiere decir astuto, por la astucia que tiene para coger los ratones y la carne mal o bien guardada. Son los gatos muy lujuriosos y calientes y por esta razón andan por la mayor parte en celo en el invierno. Son muy enemigos del mal olor ( según dice Eliano) y por esta razón antes de descargar el vientre hacen hoyos para enterrarlo. Y son tan amigos de los buenos que se huelgan mucho de oler la valeriana, la gataria y la mejorana, y no solamente las huelen, más si tienen oportunidad se revuelcan en ellas por andar olorosos. Son las gatas muy lujuriosas ( como se ve de Aristóteles) no se juntan por detrás, como algunos dijeron, sino que la hembra se pone debajo y dice que atraen y apremian a los gatos y los castigan si no vienen y para su voluntad se aparejan.
Es la mordedura del gato venenosa y cúrase con un emplasto hecho de calamintha y cebolla. De su unto usan las damas (que no hay unto que no prueben) para ablandar las manos y adelgazar y dar lustre a sus cueros.
La carne de gato es caliente y húmeda y blanda de digerir cuando están gordos y a los que la comen engorda y engendra buena sangre.
La ceniza de la cabeza de gato negro, quemada en una olla nueva aprovecha ( según dice Micaldo) echada muy sutil cada día por un canuto de pluma de ganso, soplada tres veces, para las nubes de los ojos. Su orina echada en los oídos ( según dice Quercetano ) aprovecha a la sordez. La Carne del gato, dice Haliabas, que aprovecha para las almorranas. A los mordidos del gato ( dice Paulo) aprovechan los ajos y las cebollas, aplicadas luego sobre la herida.
Esta jugosa descripción he leído en el libro titulado “ Historia de los animales más recibidos en el uso de la medicina: donde se trata para lo que cada uno entero o parte del aprovecha y de la manera de su preparación”. Escrito por Francisco Velez de Arciniega, natural de la villa de Casarrubios del monte, resindente en la corte y boticario del ilustrísimo señor Don Bernardo de Sandoval y Roxas, Arzobispo de Toledo, inquisidor general y del Consejo de Estado de Su Majestad.
Lo publicó la imprenta real de Madrid en el año 1613 y se vendía en casa del autor.
Es la mordedura del gato venenosa y cúrase con un emplasto hecho de calamintha y cebolla. De su unto usan las damas (que no hay unto que no prueben) para ablandar las manos y adelgazar y dar lustre a sus cueros.
La carne de gato es caliente y húmeda y blanda de digerir cuando están gordos y a los que la comen engorda y engendra buena sangre.
La ceniza de la cabeza de gato negro, quemada en una olla nueva aprovecha ( según dice Micaldo) echada muy sutil cada día por un canuto de pluma de ganso, soplada tres veces, para las nubes de los ojos. Su orina echada en los oídos ( según dice Quercetano ) aprovecha a la sordez. La Carne del gato, dice Haliabas, que aprovecha para las almorranas. A los mordidos del gato ( dice Paulo) aprovechan los ajos y las cebollas, aplicadas luego sobre la herida.
Esta jugosa descripción he leído en el libro titulado “ Historia de los animales más recibidos en el uso de la medicina: donde se trata para lo que cada uno entero o parte del aprovecha y de la manera de su preparación”. Escrito por Francisco Velez de Arciniega, natural de la villa de Casarrubios del monte, resindente en la corte y boticario del ilustrísimo señor Don Bernardo de Sandoval y Roxas, Arzobispo de Toledo, inquisidor general y del Consejo de Estado de Su Majestad.
Lo publicó la imprenta real de Madrid en el año 1613 y se vendía en casa del autor.