Más efectos del cambio climático.
A estas alturas del año y del curso, tenemos un motón de faenas por hacer: la declaración de hacienda sin presentar, los exámenes sin corregir, las notas sin poner, las memorias finales a medias, los niños sin matricular, las vacaciones sin planificar, los correos sin leer, la piscina vacía, la casa sin barrer, el huerto sin plantar, la hierba sin segar, las patatas sin sembrar y las ovejas sin esquilar. Menos mal que hemos encontrado un culpable, origen de todos los retrasos y responsable de la mayoría de los males de este mundo. No es otro que el cambio climático el cual, como genio del mal, no nos permite, aún en las mejores previsiones climáticas, que tengamos un gozo puro y sin mezcla, sino que se complace agitarnos la vida con una continua alternativa de buen y mal tiempo y nos aflige la dudosa serenidad que tenemos con nubes y con nuevas tormentas. Y es que aunque sabemos que nunca llueve a gusto de todos y aunque no ignoramos que nunca llovió que no escampara, parece como si los cambios, además de negativos, sólo ocurrieran ahora.
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