el cazurro ilustrado

13 junio 2008

Falta prudencia y sobra codicia en la cirugía.

Hasta siete veces eligieron los romanos a Cayo Mario (157 adc-86 adc) como cónsul. Se le atribuyen muchas virtudes, entre las que destacan la templanza y la paciencia, pero éstas las demostró, no tanto en el ámbito público sino, sobretodo, en el privado: tenía las piernas llenas de varices; estas dilataciones venosas eran tan deformes que estaba tremendamente disgustado, por lo que decidió ponerse en manos de un cirujano. Le operó la primera pierna sin anestesia y sin inmovilización. Sufrió, sin inmutarse ni moverse, terribles dolores, pero cuando el cirujano iba operar la otra pierna, no quiso que se la operara, diciendo no creía que la curación de tal defecto fuera digna de un dolor semejante.Así pues, además de templado y paciente, actuó con sobrada prudencia; la misma que le faltó al cirujano que le operaba. Veintiún siglos después, otros cirujanos italianos, sobrados de codicia y también faltos de prudencia, operaban a los pacientes innecesariamente para ganar más dinero, causando al menos veinticinco víctimas mortales con inútiles y dolorosas operaciones que solo sirvieron para acelerar la muerte de los pacientes, sin poder anticipar que sus dificultades de salud no merecían semejantes escarnios.

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