La vejez no existe, sólo existe la pena.
"La vejez no existe; sólo existe la pena. Con
el paso del tiempo he aprendido que esto, aunque cierto, no es toda la verdad.
Otro generador de vejez es el hábito: el mortífero proceso de hacer lo mismo de
la misma manera a la misma hora día tras día, primero por negligencia, luego
por inclinación, y al final por inercia o cobardía. Afortunadamente, la vida
inconsecuente no es la única alternativa, pues tan ruinoso como la rutina es el
capricho. El hábito es necesario; es el hábito de tener hábitos, de convertir
una vereda en camino trillado, lo que una debe combatir incesantemente si
quiere continuar viva. Pese a la enfermedad, a despecho incluso del enemigo
principal que es la pena, una puede continuar viva mucho más allá de la fecha
usual de desintegración si no le teme al cambio, si su curiosidad intelectual
es insaciable, si se interesa por las grandes cosas y es feliz con las pequeñas.
Mientras ordenaba y escribía mis recuerdos, he aprendido que estas ventajas no
dependen generalmente de los méritos propios y que es probable que yo deba mi
vejez dichosa al antepasado que accidentalmente me dotó de tales cualidades.
Otra ventaja (igualmente accidental) es que yo no recuerdo por mucho tiempo mis
enfados. Raramente olvido una ofensa a mi espíritu, ¿quién la olvida? Pero la
vida la recubre con un rápido bálsamo, y queda registrada en un libro que raras
veces abro."
Edith
Wharton (EEUU, 1862-1937): “Una mirada atrás”
En la foto, gente de Valverde comiendo un cordero a la estaca. Mirad a ver quien es cada uno.