Millones de mortales vivimos solos.
"Sí, en el mar del vivir aislados, con
resonantes estrechos que nos separan, punteando el acuático páramo sin costas,
nosotros, millones de mortales, vivimos solos. Las islas sienten cómo las
corrientes las unen, aprendiendo los eslabones que sin fin las atan. Pero
cuando la luna alumbra los vacíos, y un bálsamo primaveral las barre, en los
collados ruiseñores cantan divinamente bajo noches estrelladas, y primorosos
acordes vierten a través de ruidos y canales, de orilla a orilla. Entonces una
nostalgia como desesperación llega hasta las cavernas más apartadas, porque,
seguramente, entonces se presiente que parte fuimos de un solo continente. Hoy
la llanura acuosa, rodeándonos se extiende; si pudieran nuestras márgenes de
nuevo encontrarse. ¿Quién dispuso que este fuego de ansias debiera enfriarse
tan pronto como se inflama? ¿Quién devuelve vacío tan hondo deseo? Un dios
ordenó tanta separación, un dios, y entre orillas impuso el salado, insondable
mar que nos aparta."
Matthew
Arnold (Gran Bretaña, 1822-1888) “A
Margarita, de Empedocles en Etna”
En la foto: Primera comunión de Santos, Luis e Ignacio. Conozco a José.