EL PRADO
ESTÁ MOJADO.
Aunque las
segadoras mecánicas, movidas por tracción animal, habían sido
inventadas a mitad del S.XIX, la primera
que se vio por esta montaña fue adquirida por un paisano de la Mata de la
Bérbula. El artilugio se convirtió en un espectáculo que los niños y no tan
niños iban ver, cada vez que el dueño tenía que segar hierba. La
máquina amenazaba con acabar con la
guadaña, usada desde la revolución agrícola para segar la hierba.
El caso es
que el innovador paisano no era experto en el manejo de aquella máquina. La pareja de
vacas tiraba de la segadora que, al girar las ruedas, hacía que se movieran las
cuchillas que cortaban la hierba.
La pareja de vacas era guida por uno de sus mejores amigos. Las cuchillas se
embozaban. La pareja de vacas se salía del trazado del marallo; al llegar al final del prado tenía d dificultades
para levantar el peine y dar la vuelta, a lo que se añadía el nerviosismo
provocado por verse observado por un
montón de ojos. Muy enojado, le gritó a
su amigo, que “llamaba” la pareja de vacas: “cuando lleguemos al final del
marallo, quiero que las vacas paren en seco, ¿me has oído bien? ¡Qué paren en
seco!”. A lo que su amigo contestó, para
que todo el mundo lo oyera: “¿Cómo querrá este hombre que las vacas paren en seco, cuando el prado está
mojado?
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