CAMINAR HACIENDO CAMINO.
La montaña no se configura igual para una cabra, una vaca, un grillo, un turista o un montañés. Para la cabra es la posibilidad de saltar, correr, comer o perder la vida en las fauces de un lobo. Para la vaca es el obstáculo a salvar para llegar a las finas y altas hierbas que le servirán de alimento durante unos meses. Para el grillo es una pradera donde ubicar su agujero y comenzar a reproducirse. Para el turista es un lugar de refugio "desestresante" de la urbe. Para el montañés es, a la vez, un medio de vida y una velada amenaza. En cualquier caso, es un escenario ya dado, con una cierta organización, para cada uno de los actores, sean animales o personas. En este escenario no se dan papeles escritos y cerrados, sino que el guión está abierto a las contingencias, unas veces azarosas y otras no tanto. Las contingencias suponen todo un principio de indeterminación del mundo, en función de las conductas de los individuos, “haciendo camino al andar”.
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